La pandemia nos enseña (1)

Agosto 12 de 2021

Augusto Galán Sarmiento MD. MPA

Director Centro de Pensamiento Así Vamos en Salud

 

Diez y siete meses han transcurrido desde que se reportó el primer caso de Covid-19 en Colombia. Diversas enseñanzas se desprenden de esta experiencia pandémica que el país y el mundo han padecido, las cuales nos imponen tareas a desarrollar.

El ocho por ciento de la población mundial habita en los países de América Latina y esta región presenta hasta la fecha el treinta y cuatro por ciento de la mortalidad planetaria por Covid-19. Además, el deterioro económico en este subcontinente ha sido el mayor de acuerdo con cifras de la Cepal. Gran parte de este resultado se puede explicar por la pobreza y la ausencia de bienestar pleno a los que se enfrentan vastos sectores de nuestras poblaciones. La debilidad de los sistemas de protección social es la primera enseñanza.

Esto tiene que ver con la necesidad de sistemas de salud más sólidos y centrados en las personas, las familias y las comunidades; con modelos de atención primaria más efectivos en los que la salud pública debe tener un papel preponderante.

Pero también, y mucho más integral aún, se relaciona con empleo e ingresos dignos, formalización laboral, esquemas de protección al desempleo, vivienda decente, servicios públicos efectivos, (en especial agua potable y saneamiento básico), política de cuidado y cuidadores, y educación equitativa y de calidad, entre otros aspectos. Estos son determinantes sociales de la salud y del desarrollo económico que protegen y otorgan bienestar a la población y que ante riesgos semejantes al que sufrimos con esta pandemia, permiten a las personas enfrentarlos con mejores capacidades, lo que en esta ocasión no se ha tenido con suficiencia.

La segunda enseñanza nos indica que la economía de una sociedad no marcha sin que existan condiciones de sanidad en la población; y la salud no es plena si no existe un desarrollo económico equitativo.  Así es que la dicotomía que algunos insistían en resaltar entre estas dos áreas no existe y su insistencia sobre ella se halla mandada a recoger. Salud y economía deben ir de la mano y acompañadas; se necesitan.

Una tercera enseñanza nos señala que no podemos ser autoindulgentes en el análisis sobre el impacto que la pandemia ha tenido en el país. Porque podemos adormecernos ahora que hay un progresivo avance hacia una nueva normalidad, la vacunación cubre más población cada día, el retorno a las actividades rutinarias se torna en una realidad y se vislumbran signos positivos en la economía, y entonces consideramos que ya pasó el embate y todos tan tranquilos. No podemos sentirnos satisfechos con los resultados económicos y el detrimento en las condiciones de vida de millones de compatriotas que han sobrevivido al Covid-19, pero quienes apenas sobreviven con las secuelas que ha dejado.

Por eso la cuarta enseñanza tiene que ver con efectuar las preguntas correctas si queremos obtener las respuestas satisfactorias. ¿Cuáles son las reformas de orden político, económico y social que debemos emprender para que, ante riesgos semejantes, no volvamos a tener los resultados que hemos obtenido? El descontento expresado en las calles de las grandes ciudades durante los últimos meses es una muestra de que esta pregunta se halla pendiente de resolver.

Un quinto punto de enseñanza tiene que ver con que esta pandemia se tornará muy seguramente en una endemia con la cual tendremos que convivir en medio de una sindemia. Esta última constituida por las epidemias de las enfermedades crónicas no transmisibles que potenciaron la letalidad del Covid-19, a la que se le sumarán ahora los riesgos de epidemias por enfermedades infecciosas semejantes a esta.

Además, la enfermedad coronaria, la hipertensión arterial, la diabetes, la obesidad, la salud mental, el sida, el cáncer, las afecciones inmunológicas se han represado en su atención por priorizar el manejo de la pandemia y esa contención de la morbilidad se manifestará en los próximos meses y años, con el consiguiente impacto sanitario y económico que traerán.

Hay más enseñanzas que plantearemos en una próxima columna. Estas cinco que se presentan nos muestran algunas de las tareas que deberíamos acometer como sociedad para que ante riesgos semejantes al que hemos enfrentado con este Covid-19, logremos mitigarlos con mayor celeridad y eficacia y con menor impacto sobre nuestras poblaciones.  Se trata de aprender, crecer y mejorar.