Ansiosos y deprimidos
Augusto Galán Sarmiento MD.MPA
Director Centro de Pensamiento Así Vamos en Salud
En Colombia no hemos logrado implementar una política efectiva en materia de salud mental; es una tarea pendiente. El nuevo Coronavirus llegó en medio de esa realidad. A nivel mundial se tiene gran preocupación sobre el impacto que pueda tener la Covid-19 en la estabilidad emocional y mental de los individuos, aunque los estudios que se han hecho son limitados y señalan la necesidad de profundizar en el asunto.
La revisión publicada en agosto en la revista Desórdenes Afectivos, y realizada por investigadores de las universidades de Singapur y Toronto en la población general, muestra elevaciones en las tasas de ansiedad, depresión, estrés postraumático, estrés sicológico en China, España, Italia, Irán, Estados Unidos, Turquía, Nepal y Dinamarca. Los factores de riesgo para que ello ocurra los encuentran relacionados con el sexo femenino, el grupo menor a 40 años, la presencia o no de antecedentes siquiátricos, el desempleo, los estudiantes y el exceso de exposición a la información relacionada con la Covid-19.
Una revisión sistemática de la evidencia durante la pandemia, hecha por investigadores de la Universidad de Copenhague y que se encuentra en imprenta en la revista Cerebro, Conducta e Inmunidad, muestra en los trabajadores de la salud un incremento de los síntomas de depresión, estrés, trastorno sicológico y baja calidad del sueño. Además, evidencia una alta tasa de estrés postraumático y confirma los hallazgos descritos para la población general, junto con empeoramiento de los síntomas en pacientes con trastornos mentales previos.
En Colombia la situación no se encuentra alejada de esa realidad. De acuerdo con el seguimiento que el Ministerio de Salud hace a la línea de orientación psicológica dispuesta para apoyar a la población en estos asuntos durante la epidemia, el 55% de quienes consultan son mujeres, y alrededor del 42% menores de cuarenta años. Los cuatro motivos principales (que corresponden al 56% de las consultas) son ansiedad, reacciones al estrés, síntomas depresivos y exacerbaciones de un estado mental previo. Para el caso de los trabajadores de la salud la información es limitada, el seguimiento a las llamadas es escaso, los síntomas por los que consultan se engloban en su mayoría en un grupo denominado “otros”, seguido de mayores reacciones al estrés y ansiedad.
Es claro que se requieren más estudios para comprender mejor la situación y para establecer políticas y programas orientados a atender de manera efectiva la salud mental de la población. Hay dos razones esenciales para hacerlo. La primera, porque la Covid-19 aparece en el momento en que traemos una carga de inestabilidad en la salud mental de la población que no ha sido debidamente atendida. La segunda, porque entre las secuelas del SARS-CoV-1 se sugiere que el virus puede ingresar al cerebro a través del bulbo olfatorio lo que podría incrementar los síntomas neuro-siquiátricos en los pacientes, si el virus SARS-CoV-2 se comporta en forma semejante.
Debemos reiterar que la Encuesta Nacional de Salud Mental de 2015 reconoce a esta con aspectos como la convivencia, las relaciones interpersonales respetuosas, equitativas y solidarias, el sentido de pertenencia, el reconocimiento de la diferencia, la participación en el logro de acuerdos, el ejercicio de los derechos humanos, que buscan el bien común y el desarrollo humano y social. Para satisfacer muchos de estos puntos en forma adecuada ya traíamos dificultades y retos en nuestra sociedad, los que se han visto incrementados de manera adicional en curso de esta pandemia ante la incertidumbre, el aislamiento obligatorio, el confinamiento y la crisis económica.
La política nacional de Salud Mental reitera la faceta positiva de estos aspectos, entre ellos los de participación, cohesión y coherencia sociales, relaciones socio-afectivas, oportunidades de crecimiento personal, felicidad y satisfacción con la vida. Este sábado 10 de octubre se conmemora el día mundial; una nueva oportunidad para reafirmar la necesidad de implementar con mayor efectividad la política sobre la materia.