Ante la crisis, transformaciones

Diciembre 3 de 2020

Augusto Galán Sarmiento MD.MPA

Director del Centro de Pensamiento Así vamos en Salud

Las reformas sociales y de salud que se deberán efectuar para que Colombia progrese hacia un desarrollo más solidario y equitativo, no podrán estar lideradas por el objetivo de algunos dirigentes políticos de conseguir unos votos y poderes transitorios, sino por criterios técnicos y consensos sociales ante la necesidad de superar las debilidades en las estructuras de protección social del país que se hicieron más evidentes con esta epidemia”.

El anterior párrafo fue el último de un editorial en estas páginas hace unos meses. Lo traemos nuevamente luego de asistir en días recientes a foros y encuentros de discusión sobre el sector salud, el desarrollo económico y el impacto de la pandemia.

El común denominador de las discusiones puede resumirse en dos aspectos: el primero, la pandemia nos evidenció con más claridad las debilidades económicas y sociales que nuestro país traía; el segundo, los diagnósticos y muchas propuestas de solución están hechos desde hace varios años y son validados por técnicos expertos.

En los aspectos económicos y sociales el panorama nacional no se veía fácil desde antes que comenzara el 2020. El crecimiento económico fue de 3,3% en el 2019. El déficit fiscal de 2,5% en ese mismo año; por encima de la cifra de la regla fiscal planteada. La deuda externa representaba el cuarenta y tres por ciento del PIB y el servicio de esa deuda le costaba al país el veinte por ciento del presupuesto general de la Nación. Las exportaciones de mercancías colombianas no repuntaban. La tasa de desempleo general ascendía a niveles del 12% con una informalidad que bordeaba el 50% de la población laboralmente ocupada. La cobertura pensional se mantenía apenas en el 23% de la población mayor de 60 años.

El impacto de la pandemia agravó situaciones sociales y económicas en medio de las afectaciones crecientes sobre ecosistemas ambientales y del fenómeno del cambio climático que se ha hecho nuevamente evidente en las últimas semanas en el país.

El desempleo ha aumentado al igual que la informalidad. La OCDE prevé que, como consecuencia de la epidemia, Colombia tendrá una de las tres tasas más altas de desempleo entre los países miembros de esa organización. La Cepal considera que en este 2020 los países de América Latina presentarán el desplome más grande en su producto interno bruto en lo corrido de un siglo y Colombia no será la excepción, aunque su descenso no será tan grande como el de otras naciones de la región. Nuestras exportaciones de bienes y servicios podrán tener caídas adicionales. Según cálculos del Ministerio de Hacienda, la deuda pública del Gobierno superará el 60 por ciento del PIB. El déficit fiscal se triplicará de acuerdo con la Universidad de los Andes el servicio de la deuda externa aumentará en un quince por ciento. A todo esto se suma que la temporada invernal y de huracanes ha dejado más de 60 mil damnificados en los últimos días en el país y el pronóstico del fenómeno de La Niña se extiende hasta marzo de 2021.

La discusión en esos foros muestra un panorama retador que no nos puede llevar al pesimismo; Colombia ha sorteado serias dificultades en otras ocasiones. Nuestro país tendrá que atender las urgencias, pero también debería realizar los cambios aplazados por tantos años, recomendados por expertos en áreas económicas y sociales. Las reformas laboral, pensional y tributaria que nos permitan satisfacer derechos humanos consagrados en nuestra Constitución y consecuentemente con ellas las inversiones en educación, salud, justicia, seguridad, agricultura e infraestructura que satisfagan compromisos de desarrollo sostenible y consoliden la presencia de un Estado sólido que controle democráticamente el territorio nacional.

Las decisiones que se adopten no se pueden tratar de nuevos salvavidas para que algunos sobrepasen la tormenta; se requiere establecer las estructuras sólidas de protección social que constituyan los puentes para el desarrollo equitativo de todos los ciudadanos y para que ante futuras pandemias y riesgos derivados de temporadas invernales u otras embestidas de la naturaleza los ciudadanos no se vean afectados de manera grave.

El camino se halla en los acuerdos políticos que le permitan al país avanzar. Al final, la política influye en todas las instancias de nuestras vidas, nos guste ello o no. Pero la sociedad civil, las organizaciones sociales, la academia y el empresariado no pueden quedarse esperando a que las cosas sucedan; por ello, desde esos espacios se debe contribuir a establecer la agenda de reformas y a desarrollarla. Las crisis son oportunidades para realizar las transformaciones y requieren determinación y liderazgo.