Editorial: Idoneidad sin experiencia

Noviembre 22 de 2024

Augusto Galán Sarmiento MD. MPA 

Director Centro de Pensamiento Así Vamos en Salud 

El recién posesionado Superintente Nacional de Salud llegó al cargo con agenda derivada de las órdenes que recibió para asumirlo. En menos de una semana desde su posesión, removió siete interventores de EPS a quienes reemplazó con sendos profesionales.

Al revisar sus hojas de vida pertenecen a diferentes disciplinas, la mayoría de ellas de la salud, aunque también las hay de las ciencias administrativas y económicas. Complementan sus estudios de pregrado con algún título de posgrado que en su mayoría tienen que ver con la administración de servicios de salud. En las áreas de la gestión del agenciamiento en salud y en áreas del aseguramiento no se encuentran las fortalezas de sus formaciones.

Como tampoco de sus experiencias laborales. Porque han ejercido sus trabajos mayoritariamente en la prestación de servicios de salud en hospitales públicos. Salvo por uno de los siete, no tienen práctica laboral en entidades del aseguramiento o en EPS. Además, no se encuentran en el listado de interventores adscritos a la Superintendencia; aunque este inconveniente no es un impedimento absoluto para dejar de designarlos.

Todo esto es importante, porque al asumir sus cargos, la responsabilidad que tendrán será la de gestionar la salud de 26 millones de ciudadanos y administrar alrededor de 3 billones de pesos mensuales para el pago de las atenciones en salud que tienen, y tendrán, las personas afiliadas a esas EPS intervenidas. Ninguno de los nuevos interventores ha tenido responsabilidades proporcionales. Administrar un hospital o una clínica no es lo mismo que administrar una EPS. Además, reciben el encargo en un momento en el cual esas aseguradoras han empeorado su situación financiera y operativa al compararse con el momento en el cual la Superintendencia Nacional de Salud decidió asumir su administración en cabeza de interventores.

El reto que adquieren es muy grande y no se puede solucionar sólo con ideas y buenas intenciones. El conocimiento y la experiencia son vitales. Porque el balance financiero de las EPS intervenidas, con corte al primer semestre de 2024, muestra un resultado operacional negativo (-$ 969 mil millones de pesos), que corresponde a un poco más del 50 por ciento del resultado operacional negativo que presentan las 25 EPS existentes. En cuanto al patrimonio, la pérdida es de -$ 6,5 billones que concentra prácticamente la totalidad de la pérdida patrimonial del universo de esas entidades. Como lo mencionamos en un artículo pasado, estas cifras no incluyen los balances financieros de la Nueva EPS los cuales no habían sido reportados a la SNS a esa fecha y seguramente hacen aún más crítica la situación.

Dicho detrimento financiero ha conducido al empeoramiento de la atención a los afiliados y beneficiarios de las EPS intervenidas. Las PQRS de sus usuarios tuvieron un aumento promedio del 14 por ciento al comparar el primer semestre de 2024 con el del 2023. En marco general del sistema las tutelas de salud han tenido un crecimiento de un 42 por ciento al comparar los primeros cuatro meses de 2023 y de 2024.

Si esto no fuera ya suficientemente complejo de manejar, la posta de la administración de estas EPS la reciben los interventores recién nombrados en el marco de un escándalo de desviación de recursos del sistema de salud, que involucra al menos a tres de los interventores retirados en conexidad con un reconocido médico lobista al parecer con mucha influencia en altos niveles del Ejecutivo; escándalo que el gobierno trata de contrarrestar con el retiro del anterior Superintendente de Salud y con este cambio de interventores. La Fiscalía tiene la palabra sobre el asunto, después de la denuncia interpuesta por el depuesto directivo.

Por último, por las declaraciones del recién posesionado Superintendente se vislumbra que habrá una especie de micro-gerencia y coadministración desde la SNS sobre las EPS intervenidas. Además de ser una práctica errada, la preocupación que surge es que en dos años y medio la entidad ha tenido tres funcionarios en su dirección y ha cambiado sus cargos directivos en igual número gde veces, con varios que han sido ocupados por personas que llegaron a aprender sobre las funciones que han asumido. Los dos últimos remezones en menos de un año. La inestabilidad laboral es una deducción lógica y la ruptura de procesos internos también.  

La inspección, vigilancia y control no pueden ser una acción de voluntarismo ideológico, tampoco de apresuramiento normativo y mucho menos de una vindicta pública. Más allá de la idoneidad profesional, se requiere experiencia y templanza para las decisiones. La hoguera de la crisis de la salud está suficientemente prendida como para que ahora la aticen con la política electoral que se avecina.