Editorial: a la distancia
Director Centro de Pensamiento Así Vamos en Salud
Dejemos a un lado, por ahora, los análisis sobre la posible reforma a la salud. Esta pasó a manos de los políticos; le haremos seguimiento y estaremos al tanto de su evolución. Mientras tanto, abordemos iniciativas que busquen soluciones a las dificultades y retos que enfrenta el sector, más allá de las transformaciones que las leyes traigan.
Por ejemplo, las limitaciones que existen en las zonas rurales para tener acceso oportuno a los servicios de salud. Adicional al impacto que producen las carencias de los determinantes sociales en esos territorios, la ausencia, o precariedad de presencia, de trabajadores de la salud, es una de las razones que restringe ese acceso. No necesitamos esperar una nueva ley para incrementar equipos interdisciplinarios y hacerlos operar en esas regiones más alejadas.
El índice que presentó Así Vamos en Salud (AVS) sobre Salud Rural en octubre de 2022, trajo un dato que ha pasado bastante inadvertido: el 30 por ciento de los municipios rurales y rurales dispersos no reportaron información sobre talento humano en salud en sus territorios. ¿Se encuentra ausente el recurso en esas regiones? ¿O simplemente no lo reportaron? Cualquiera que sea la respuesta, la limitación institucional se hace evidente.
Mientras esto ocurre en las zonas rurales, hemos señalado desde AVS hace varios años que el talento humano en salud, en un 52 por ciento, se halla concentrado en las áreas de las cinco grandes capitales del país: Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla y Bucaramanga. También hemos señalado que esas cinco regiones concentran los centros educativos más grandes y de mayor calidad que tiene el país. No en vano ocurre lo que vemos en ese amplio panorama nacional; la diáspora que viene de otras regiones a formarse en esos centros urbanos se queda en ellas, o si puede, se va del país, pero en una gran mayoría no regresa a sus regiones de origen. Debemos entonces desconcentrar los procesos educativos y descentralizar más la educación superior para suplir las necesidades de recurso humano en salud que requieren esas zonas.
En un reciente editorial del Boletín de la Organización Mundial de la Salud se analiza la expansión de la provisión para la educación de enfermeras en el África Subsahariana. Esta región del continente africano enfrenta retos y dificultades semejantes en muchos aspectos a los que tienen varias de las zonas más rurales y dispersas de nuestro país. Limitaciones financieras, aislamiento geográfico y responsabilidades familiares hacen que tanto allá como acá, cientos de miles de jóvenes no accedan a la educación superior y tampoco a la secundaria.
En esa región africana vienen demostrando que el Aprendizaje Semipresencial (Blended Learning) -una combinación de aprendizaje remoto y componentes clínicos de la enseñanza- es una respuesta promisoria a la restricción de la oferta de enfermeras en África Subsahariana. Los estudiantes no tienen que gastar en transporte, libros y otros costos que la educación convencional impone. También han encontrado que por esta vía del aprendizaje semipresencial pueden formar educadores, para lo cual cuentan con instructores internacionales, de tal manera que se avanza en la formación de formadores con el consiguiente fortalecimiento de capacidades en esas regiones apartadas. A esto se suma la actualización del conocimiento que se facilita por esta vía también, entonces se agiliza la educación continuada y la profesionalización de las enfermeras con ciclos propedéuticos que les permite a quienes están trabajando, evolucionar desde la formación técnica y tecnológica a una capacitación más profesional.
Los retos para que este tipo de educación se consolide los tienen en esa región del continente africano igual a los que tenemos en nuestras zonas más rurales y dispersas: adecuada conexión a internet, baja formación en manejo de computadores de estudiantes e instructores, dificultades en la interacción personal, en la supervisión, en la mentoría y en la experiencia clínica. Así mismo la motivación de profesores y estudiantes es vital.
En Colombia debemos avanzar hacia estas opciones de formación que nos ayuden a consolidar equipos multidisciplinarios en los territorios. Estos deben desmedicalizarse en su concepción y orientarse mucho más a la salud comunitaria, para lo cual los profesionales de enfermería están mejor capacitados. Se requieren incentivos financieros, mejorar las condiciones de quienes trabajen en esas regiones, atender las causas estructurales de la carencia de infraestructura y asegurar la voluntad política (siempre hay justificaciones para decir no). Los gobierno nacionales y departamentales, y las universidades, pueden responder más a las dificultades y apoyar mejor el desarrollo de esas poblaciones.