Editorial: Más consenso

Marzo 15 de 2024

Augusto Galán Sarmiento MD. MPA 

Director Centro de Pensamiento Así Vamos en Salud 

Otro tema, en el que existe consenso dentro del sector salud, se trata de superar la brecha que existe entre lo rural y lo urbano. Persiste una inequidad histórica muy importante que afecta la situación de salud de la población en nuestros campos. La desnutrición infantil, el embarazo en adolescentes, la tasa de mortalidad de niños, la cobertura en acueducto y alcantarillado y otros indicadores de determinantes sociales de salud pública, presentan cifras que mantienen evidencias sobre la gran diferencia que existe en la calidad de vida de las personas en las zonas urbanas frente a las rurales.

El 60 por ciento de los municipios del país son rurales o rurales dispersos. Son 673 municipios, de conformidad con la clasificación realizada por la Misión para la Transformación del Campo liderada por José Antonio Ocampo para el Departamento Administrativo de Planeación Nacional en el año 2014. Entre 12 y 13 millones de compatriotas habitan allí (alrededor del 30 por ciento del total). Un país completo cuya población equivale a la décima más grande de los países de América Latina y el Caribe. De acuerdo con el informe, solo el 11 por ciento de dicha población se halla en la denominada clase media; el resto, en la pobreza. A pesar de avances en los últimos 10 años, el faltante aún es grande.

La lucha contra la pobreza y por el bienestar de las personas no puede ser sino intersectorial, porque multicausal es el origen de esas condiciones. Desafortunadamente la acción estatal ha estado signada por el trabajo individualista de los sectores, sin una coordinación eficiente y efectiva entre todos para que se produzca un impacto real en la transformación social de las personas. La pobreza en la ruralidad se halla en el substrato de la falta de bienestar y sanidad de su población. Esta obviedad no la hemos podido superar y es una deuda pendiente que tenemos con el campo colombiano.

Lo paradójico es que tenemos decenas de comisiones intersectoriales en nuestra institucionalidad gubernamental. Prácticamente cada sector tiene una de ellas, como queriendo significar que se reconoce la importancia de la acción intersectorial, pero si se hace en torno al respectivo sector. La propuesta planteada en el proyecto 339/23 de Cámara (216/24 de Senado) sobre la comisión intersectorial de salud (que a propósito ya existe), tiene como gran novedad la participación del presidente de la República en ella y la obligatoriedad de asistencia de todos los ministros. No parece una solución que vaya a ser efectiva; porque composiciones semejantes a esa propuesta, por no decir que iguales, se encuentran en el Consejo de Ministros o en el Consejo de Política Económica y Social (CONPES).

El tema es entonces de políticas públicas definidas, planeadas, financiadas y ejecutadas mediante una visión y un trabajo intersectorial. El liderazgo de algo semejante no puede provenir de un sector en particular. Planeación Nacional se indica como la entidad del gobierno que debería ejercer ese rol.

La política nacional de salud rural no puede depender exclusivamente del ministerio del ramo. Solucionar las causas que impactan negativamente los determinantes sociales de la salud requiere de la acción colectiva de otros sectores como el educativo, el laboral con ingresos dignos, el de protección social, el medio ambiental, el de seguridad ciudadana y alimentaria, el vial o el judicial, entre otros. Por supuesto, se necesita que los servicios de salud se encuentren bien financiados, establecidos, dotados y organizados para cuando la población los requiera, pero Lalonde lo señaló en su informe desde hace más de cinco décadas y lo repetimos periódicamente: el 90 por ciento de la salud de un individuo depende de sus hábitos de vida, de su condición genética y del medio ambiente que lo rodea; mientras que todo el aparataje de los servicios de salud con sus aseguradoras, fondos, secretarías, consejos, clínicas, hospitales, consultorios, equipos y medicamentos, aportan apenas el 10 por ciento de la salud de la persona.

Es claro que durante las últimas tres décadas hemos centrado la atención en la organización de los servicios de salud a través del Sistema General de Seguridad Social en Salud. Es igualmente claro que debemos equilibrar la atención en los determinantes sociales de la salud pública para erradicar la pobreza, muy especialmente en nuestra ruralidad; y solo una política intersectorial pertinente y efectiva, permitirá la presencia del Estado en esos territorios. Así se saldará esa deuda pendiente que tenemos como sociedad.