El sector salud y la cuadratura del círculo
Parece que en Colombia queremos encontrar una cuadratura del círculo en el sector salud.
Por una parte, los mensajes desde diversos sectores se orientan a que se satisfagan todas las necesidades que surjan en materia de salud para todos los ciudadanos del país, con acceso a los servicios de manera expedita y con altos estándares de calidad, en el marco de un sistema público de salud con participación privada de una oferta desregulada.
Por la otra, desde el financiamiento público se aprieta para que el gasto en salud se limite al máximo, el gasto de bolsillo se reduzca igual y los US $ 600 dólares per cápita al año que tenemos disponibles, rindan como si fueran los US $ 4 mil setecientos dólares que en promedio colocan anualmente en salud los países de la OCDE para cada uno de sus ciudadanos.
La mayoría de quienes trabajamos en el sector entendemos que se han realizado significativas gestiones con el propósito de superar la crisis financiera por la que atraviesa el sistema de salud desde hace más de un lustro. De hecho, un reciente estudio de la Universidad de Antioquia, demuestra que Colombia ha realizado un esfuerzo muy importante en el crecimiento del financiamiento de la salud como porcentaje del PIB -6,8%-, por encima de la media de los países de la región Latinoamericana y de los países de economías medias y bajas a nivel mundial. La mayor parte de ese crecimiento ha sido aportada desde el sector público.
Funcionarios señalan que le han inyectado en los últimos cinco años más de $ 5 billones de pesos para propiciar una operación racional de las EPS y de las IPS. Realizaron además una revisión de la UPC para el año 2013 que mejoró los recursos irrigados al sector y se estableció el giro directo a las IPS con el propósito de acelerar el flujo de los mismos. Además, recientemente se aprobó la Ley 1797 de 2016 con el objeto de fijar medidas de carácter financiero y operativo para avanzar en el proceso de saneamiento de las deudas del sector.
No obstante, al hablar con voceros de las EPS y de las IPS, así como con médicos y proveedores de medicamentos e insumos, la queja es idéntica: no hay plata; las carteras se incrementan y el déficit es generalizado. Los niveles de recobros por tutelas y por CTC no disminuyen, y aunque se ha reducido la glosa, para esos voceros el flujo de recursos no les llega adecuadamente.
El sector adolece de ineficiencias. Hay voces que señalan que no estamos gastando adecuadamente los recursos que se tienen. El sistema está centrado en el hospital, la enfermedad, la alta especialidad, el alto costo y lo procedimental; todo lo cual no genera necesariamente más salud. No se tiene claridad sobre el valor en salud por cada peso invertido en el sector y existen modalidades de contratación y mecanismos de pago que generan ineficiencias, exceso de utilización de exámenes y procedimientos innecesarios o desvíos de recursos hacia la extracción de rentas.
De otra parte, también es cierto que la demanda de prestación de servicios sobrepasa la capacidad de la oferta disponible para atenderla; la UPC no ha tenido un cálculo definitivo que la ajuste a la realidad de los costos y de la frecuencia de uso de las prestaciones; se mantiene un déficit de recurso humano para mejorar la capacidad resolutiva del nivel de baja complejidad, lo que representa un reto para el cambio de modelo de atención en salud que se requiere; el desarrollo de infraestructura pertinente para el sistema está atrasado y hay déficit de centros de atención prioritaria, pero también de camas hospitalarias en diversas regiones del país. El resultado de este desbalance entre la demanda y la oferta de servicios, conduce a retrasos en la asignación de consultas médicas y en la atención de exámenes y procedimientos, congestión en los servicios de urgencias y listas de espera.
En conclusión, se necesita más eficiencia en la gestión de los recursos que se tienen. El Modelo Integral de Atención en Salud (MIAS) debería ser implementado en el transcurso de cortos años; se debe revisar el pago por resultados en salud y otras modalidades que permitan generar incentivos a la atención en salud; la transparencia y la erradicación de la corrupción en el sector se deben imponer.
Pero a la vez hay que pensar si el gasto en salud requiere ser ampliado, por ejemplo, a un 8% del PIB, desde el 6,8% que tenemos en la actualidad. Si es así ¿Cuál debe ser la estrategia de crecimiento en el financiamiento del sector salud? ¿Para establecerla en cuánto tiempo? ¿Si requerimos fuentes adicionales de financiamiento, cuáles deberían ser?
Está en proceso de definición el Presupuesto para el año 2017 y el proyecto de Reforma Tributaria el Gobierno Nacional lo presentará en próximos días. En la última reforma tributaria el sector salud salió golpeado y parte de la crisis de liquidez actual se explica por ello. ¿Será que, en esta oportunidad, y nuevamente, el sector salud no está presente en estas discusiones y lo tomarán por sorpresa las decisiones que se definan en el Congreso?
¿Será que el sector salud deberá permanecer en los malabares financieros y lo mantendrán buscando una cuadratura del círculo?