Entre el hastío y la necesidad, se incrementa el contagio

Julio 2 de 2020

El pasado 19 de junio y los últimos días en el país nos dejan muchas enseñanzas. La primera; la ciudadanía puede encontrase entre el hastío y la necesidad, pero lo que no puede es ser irresponsable.  Demasiada indisciplina ciudadana, así como desorden en la organización y en el cumplimiento de numerosos protocolos de bioseguridad es lo que se ha demostrado, lo cual seguramente impactará el incremento en casos y fatalidades derivadas de la pandemia durante esta semana.

La segunda; los diferentes sectores económicos requieren afianzar el conocimiento sobre la transmisión del virus. Es el caso de los comerciantes con sus dirigentes gremiales a la cabeza; desde el punto de vista epidemiológico no es adecuado presentar como un éxito la jornada de un día sin IVA, con el argumento que menos del uno por ciento de los establecimientos comerciales tuvieron aglomeraciones y desordenes por exceso de afluencia y de control sobre los compradores.

Ochenta o noventa lugares fue la cifra que mencionaron. “Mini-conciertos” que pudieron llevar a cifras de contagio muy altas si en cada una de esas aglomeraciones tan sólo una persona estuvo infectada y tuvo el potencial de contagiar a dos o tres individuos que a su vez hicieron lo propio con otras dos o tres personas y así sucesivamente. El número reproductivo básico se ha referenciado en esta cifra en ausencia de medidas de aislamiento y de un adecuado control, lo que en estos casos pudo resultar en miles de personas infectadas en una semana, como ya lo empezamos a detectar.

Tercero, es probable que muchas autoridades municipales y distritales se limitaron a revisar formalmente protocolos de bioseguridad, pero no vigilaron o no tuvieron la capacidad de vigilar que esos requisitos se cumplieran. Delegar esa responsabilidad en los comerciantes no parece ser la mejor decisión.

Cuarto, el gobierno nacional corroboró que toda norma genera incentivos positivos o negativos en los ciudadanos. Los seres humanos nos debatimos entre nuestros deseos o pulsiones y la disciplina o voluntad para contenerlos. Entonces, si las determinaciones gubernamentales generan estímulos que, como en este caso del día sin IVA, pueden ser contradictorios a los propósitos de mitigar el impacto de la epidemia lo más que se pueda, el gobierno nacional debe revisar muy bien la conveniencia de mantener una medida que además afecta los ingresos fiscales que tanto se necesitan y se necesitarán para superar los impactos económicos que enfrenta el país.

Después de tres meses de aislamiento obligatorio y de esperar el sobrepaso del “pico de la epidemia” que aún no llega, puede entenderse que las personas se encuentren aburridas y además molestas por el apremio de las facturas, las responsabilidades y las necesidades. Pero no podemos perder el norte y claudicar justo en el momento en el cual presenciamos el aumento creciente de casos y fallecidos, menos aún cuando las proyecciones indican que las próximas seis semanas serán las más complejas de esta etapa de la pandemia.

Los ciudadanos necesitamos elevar al más alto nivel de nuestra conciencia individual y colectiva que el 50% de la transmisión del virus depende de cada uno de nosotros. Cuidarnos con las medidas ya indicadas desde hace tiempo: lavado de manos estricto y frecuente con jabón; uso del tapabocas en espacios públicos y cuando se tengan síntomas respiratorios; toser o estornudar en el pliegue interno del codo; evitar el saludo de mano y de beso; distanciamiento físico a más de dos metros; eludir multitudes o grandes concentraciones; limpieza frecuente de superficies con riesgo de contaminación.

El otro 50% de la transmisión depende de las medidas adoptadas por el gobierno nacional y los gobiernos territoriales. Hasta ahora han sido bastante acertadas. No deberían enfrascarse en recriminaciones mutuas. Tampoco perder la perspectiva sobre los incentivos que sus decisiones producen en la población, los cuales tienen que seguir alineados con el doble reto de controlar los riesgos derivados de la epidemia en la salud y en la economía de los colombianos.

Con hastío o sin él, con necesidades o sin ellas, la responsabilidad sigue en cabeza de todos para aprender a convivir con la presencia de este Coronavirus.

Augusto Galán Sarmiento. MD. MPA