Inequidad, politización y “fracasomanía”
Augusto Galán Sarmiento MD. MPA
Director del Centro de Pensamiento Así Vamos en Salud
Avanzaremos en el control de la pandemia cuando el planeta vacune al 70 por ciento de la población; a 5.500 millones de personas. Entonces, lo más probable es que el virus se torne endémico y su letalidad sea distinta a la que presenta ahora, en gran medida por vacunas y tratamientos contra la Covid-19. En medio de escenarios inciertos de nueva cotidianidad, se impondrá el autocuidado necesario para reducir el contagio por enfermedades de vías respiratorias superiores.
Nos falta camino. Se estima que antes de finalizar 2023 no habremos controlado en el mundo al Covid-19, en gran medida por la lentitud con la que los países accederán a las vacunas. Son un bien escaso; el mayor escollo para superar, junto a la logística necesaria para aplicarlas al volumen de población mencionado, lo cual representa el reto de salud pública más grande enfrentado por cualquier país del planeta.
Producir vacunas se preveía como uno de los desafíos muy importantes luego de superar su desarrollo y constatar su seguridad y eficacia. En el caso colombiano esta última verificación fue la solicitud que le hicimos al gobierno nacional en septiembre de 2020 -antes de convenir contratos bilaterales para la adquisición de las vacunas- un grupo de noventa y nueve organizaciones compuesto por universidades, gremios de profesionales de la salud y centros de investigación, además de seis exministros de salud.
Se privilegió la seguridad y la eficacia de los biológicos para la población. Los datos oficiales sobre estos aspectos se vinieron a conocer meses más tarde cuando se publicaron los resultados de los estudios de fase 3 antes de firmar convenios comerciales. Algunos critican ahora que no se hubieran comprometido mayores volúmenes para que Colombia hubiera iniciado la vacunación más temprano. Crítica que cae fácil en la “fracasomanía” y en la autoflagelación que tanto les gusta a algunos.
A dos meses de iniciada la vacunación, y apenas el 4 por ciento de la meta mundial alcanzada, la realidad es que el problema de suministros de vacunas lo enfrentamos la totalidad de los países del mundo. Esto ha llevado al acaparamiento de los biológicos por unos pocos poderosos económicamente. Hoy solamente 17 naciones del mundo tienen porcentajes superiores al 5 por ciento en la vacunación de su población. Llama la atención que países productores de vacuna como Rusia, tan solo supera el 2 por ciento de cobertura de sus ciudadanos; algo semejante pasa en China. Canadá compró biológicos para casi seis veces su población y apenas ha cubierto al 4 por ciento. Naciones que no son productoras como Japón, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelandia no han empezado a implementar planes de vacunación o apenas lo hacen esta semana[1].
En América Latina no ha sido distinto. Antes que Colombia iniciara la vacunación el 17 de febrero, nueve países de la región habían empezado, pero salvo Chile (que lo ha hecho con Sinovac de China), ninguno había superado el 3,5 por ciento de su población vacunada y había dos en los que el número era tan bajo que podía considerarse que no habían empezado[2].
Han logrado esas coberturas con vacunas orientales (Sputnik y Sinovac) mientras que las vacunas occidentales (Pfizer, Moderna y Astra Zeneca) brillan por su escasez todavía en Latinoamérica, salvo puñaditos de Pfizer en unos países y un volumen mayor de esta en México, que se detuvo. Las casas farmacéuticas orientales y occidentales han incumplido sus compromisos iniciales de provisión de vacunas a esos países latinoamericanos, en algunos de los cuales se unen escándalos de corrupción por tráfico de influencias. Debemos estar vigilantes a que hechos semejantes no sucedan en Colombia y confiemos en que se satisfagan los acuerdos que los productores y el mecanismo Covax tienen, los que se deben materializar a partir de este mes.
El gobierno nacional ha venido haciendo la tarea y no es un hito político adquirir las vacunas y supervisar la vacunación, es su responsabilidad. Ejecutar el plan con eficiencia tampoco es un éxito político de gobernadores y alcaldes, es su deber.
Politizar el plan de vacunación es un grave error. El año electoral que ya comienza no es un buen contexto para la prudencia, pero los gobiernos, nacional y locales, la oposición y los políticos en general, deben ser responsables y evitar convertir el reto más grande de salud pública que ha tenido el país, en un escenario de vanidades, tergiversaciones, ataques y aprovechamiento de votantes.