La copla del armadillo
Augusto Galán Sarmiento MD. MPA
Director Centro de Pensamiento Así Vamos en Salud
Con la pandemia entramos en Colombia a un período de tensa tranquilidad en el último mes. No desaparecen los casos reportados ni los fallecidos diarios por Covid-19, aunque las cifras nacionales han descendido a la mitad de las que se reportaban cada día durante la fase de mayor impacto entre agosto y septiembre pasados.
Las diferencias regionales se mantienen hoy, pues mientras en las capitales de la Costa Atlántica se presentan cifras menores al dos por ciento de casos activos, en los departamentos del Viejo Caldas y Boyacá se encuentran porcentajes entre el diez y el veinte por ciento en el mismo indicador, de la mano con congestión en unidades de cuidado intensivo que se muestra preocupante en Antioquia, Quindío y Tolima.
La situación de Bogotá se parece al país en general y muestra una calma chica del Covid-19 que recuerda la copla expresada por el armadillo “con un pie en la mata ‘e coco, ni me subo ni me bajo ni me voy de aquí tampoco”.
Las autoridades de salud a nivel nacional han advertido en varias ocasiones sobre la posibilidad de una segunda ola epidémica a mediados de noviembre o principios de diciembre. Aun así, en muchas partes del país las personas celebraron el triunfo de la selección colombiana contra Venezuela con rumbas y jolgorios, pero sin tapabocas ni el debido distanciamiento físico.
Lo anterior se adicionó a una semana de receso con puente festivo, durante la cual las redes sociales se inundaron de fotos que captaron paseos a piscinas, ríos y balnearios en los que se olvidaron las medidas de bioseguridad individuales y colectivas indicadas desde hace mucho tiempo. Esto se completó con imágenes en medios televisivos de populosos centros comerciales atestados de personas que también actuaban de igual manera, a lo que se adiciona la marcha de la Minga por amplias zonas del territorio andino y su concentración en la capital.
En un escenario así, que se presenta coincidente con el inicio del pico respiratorio que ocurre cada año durante la segunda temporada invernal de noviembre, las advertencias hechas por las autoridades de salud se pueden convertir en realidad; y no será ésta producto directo de la Covid-19 sino consecuencia de la indisciplina mostrada por un sector significativo de la población que se afectará a sí mismo y lo podrá hacer con aquellos que se han cuidado.
El país se encuentra abierto después de las fases de aislamiento obligatorio que tuvimos; ya se ha dicho mucho que ésta era una decisión que había que tomar ante la situación social y económica que trajo la cuarentena. Pero la pandemia no desaparecerá hasta que sea suprimida en todas las regiones y países. Luego de un par de meses de control casi absoluto de la epidemia, en varias naciones de Europa se han incrementado los casos reportados y fallecidos al punto de retornar a cierres de establecimientos comerciales y colegios, aislamientos y toques de queda. En nuestra región encontramos a Argentina, donde los pacientes con Covid-19 se han aumentado de forma acelerada en el último mes y la han colocado en el primer lugar de impacto del nuevo coronavirus en América Latina luego de haber sido ejemplo durante varios meses de una intervención adecuada y bastante exitosa sobre la pandemia.
Está clarísimo que no podemos bajar la guardia ni dejarnos invadir por una tranquilidad irresponsable. El golpe económico del desempleo y el crecimiento de la pobreza han sido suficientemente duros con la primera ola; una segunda, de magnitud semejante o peor, sería devastadora y nos alargaría más la recuperación que esperamos.
Recobrar y acrecentar nuestra senda de desarrollo social y económico es tarea de todos. Los gobiernos tendrán que hacer lo que les corresponde, en especial el nacional; pero nosotros, las personas en general, no podemos quedarnos indiferentes y estáticos como lo hace el armadillo en la copla. Encerrarnos no es opción, pero tampoco la temeridad, aunque nos acose el hastío y la necesidad. Desde el principio se encuentra en nuestras manos asumir la actitud correcta y actuar con base a nuestra responsabilidad individual de autocuidado que nos protege a todos. Lavado efectivo y frecuente de manos, distanciamiento físico y uso de tapabocas, unidos a mayor detección, testeo, rastreo, reporte y aislamiento de casos, hechos por los agentes del sistema de salud. No es más, pero tampoco menos, lo que debemos hacer.