La salud, fundamento para la sociedad
Augusto Galán Sarmiento MD. MPA
Director Centro de Pensamiento Así Vamos en salud
La salud es el fundamento de una sociedad; esta pandemia por Covid-19 lo ha hecho más evidente y quizá es la enseñanza más relevante que nos ha entregado. Sin salud una sociedad no es productiva, las industrias se paralizan, el comercio tampoco se desenvuelve, el crecimiento económico disminuye e inclusive la educación no se puede lograr con pertinencia. Comprender este hecho es esencial para transformar el concepto de salud que ha imperado por muchas décadas, quizá centurias, en el mundo.
No será fácil renovar el significado que tiene la salud para la sociedad en general porque hemos creado una cultura que se encuentra muy arraigada en torno a la prestación de servicios orientados a restablecer la salud cuando la perdemos. Por supuesto que debemos resaltar los valiosos avances que la humanidad ha tenido en estas materias y destacar las tecnologías que se han desarrollado para atender enfermedades cardíacas, neurológicas, cáncer y demás, lo que ha contribuido a prolongar la vida y a hacerlo con mayor calidad. Pero la salud va mucho más allá de esa organización de aseguradoras, prestadoras de servicios de salud, hospitales, laboratorios farmacéuticos y demás. Esta pandemia lo ha demostrado.
Pese a que la Organización Mundial de la Salud señala en su definición que ésta “no es simplemente la ausencia de enfermedad”, la salud se sigue considerando como lo opuesto a la condición patológica. De esta forma, se convierte en una acción para recuperar y no para cuidar y preservar.
Vale la pena recordar que desde el informe Lalonde de 1.974, tenemos claro que el noventa por ciento de la salud de un individuo depende de sus hábitos de vida, su genética y el medio ambiente que lo rodea, y que el diez por ciento restantes proviene de la organización de servicios de salud. Pero a esto último le destinamos el noventa por ciento de los recursos financieros que gastamos en el sector.
A la prevención de la enfermedad y a la promoción de la salud se les mira con desdén y quizá se ha llegado al punto de ridiculizarlas o asimilarlas simplemente con dietas extremas y ejercicios extenuantes. Los presupuestos destinados en muchos países para estos asuntos no superan el tres por ciento del gasto total en salud y se ejecutan muchas veces en cartillas y talleres que no generan impacto en las creencias ciudadanas para modificar sus conductas sobre estos asuntos de la preservación de la salud, el bienestar y el autocuidado.
Las acciones de prevención y promoción se asemejan mucho más a campañas publicitarias ausentes de los contenidos y los métodos para la formación de una cultura que contribuya a construir las capacidades individuales y colectivas que nos permitan mitigar los riesgos físicos, mentales y sociales que la vida nos presenta; lo que se ha propuesto como el nuevo enfoque sobre la definición de salud.
La salud no puede verse sólo como un derecho prestacional, sino también como un compromiso y una responsabilidad individual y colectiva para mantener el bienestar de la sociedad y preservar poblaciones sanas que sean más felices. Además, la salud la encontramos en el hogar, en la familia, en el lugar de trabajo y de estudio. Es en la cotidianidad de esos espacios donde hallamos los activos y los recursos para educarnos a vivir una vida sana. Es en esos escenarios donde aprendemos sobre las fuentes naturales de energía que le permiten a nuestro organismo mantenerse alerta, dinámico y productivo. Es en ellos donde podemos conocer y constatar sobre el balance nutricional, la actividad física, la gratificación de una vida sexual responsable, el manejo de nuestras emociones, el reconocimiento y el respeto de los demás, la responsabilidad por las finanzas personales, la fragilidad de nuestra existencia, así como la búsqueda de la felicidad. Sobre estos aspectos es que trata la salud y el bienestar, pero no los hemos aprendido a ver desde esa perspectiva.
La Covid-19 nos lo ha mostrado; el enfoque renovado de la salud debe ocupar su lugar fundamental en las sociedades y en los gobiernos para que exista un verdadero desarrollo, productivo y sostenible.