Malnutridos

Febrero 17 de 2022

Director Centro de Pensamiento Así Vamos en Salud

El reciente estudio publicado sobre la caracterización clínica de un grupo de 29 mil pacientes hospitalizados cuando adquirieron el virus Covid-19, realizado con el concepto, el análisis y el apoyo de la Organización Mundial de la Salud[1], trae un dato que no puede pasar desapercibido y que alerta sobre uno de los grandes retos que Colombia tiene y deberá resolver en los próximos años en el marco del nuevo Plan Decenal de Salud Pública.

El 63 por ciento de esos pacientes incluidos en el estudio, tuvo como primeras causas de comorbilidad el diagnóstico de malnutrición. Claro, también los hubo con hipertensión arterial, enfermedad cardíaca, diabetes, enfermedad pulmonar obstructiva crónica o insuficiencia renal crónica, pero en porcentajes bastante más bajos; por debajo del 24 por ciento.

Aunque alimentación y nutrición van de la mano, no son exactamente iguales. La primera es voluntaria; decidimos lo que comemos o lo que dejamos de comer. La segunda, depende de procesos internos del organismo que no controlamos, los cuales le permiten a este utilizar los nutrientes que ingerimos.

Podemos consumir alimentos con la regularidad adecuada o más, lo cual no quiere decir que ellos contienen los nutrientes apropiados ni las cantidades balanceadas que nos permitan asegurar un estado nutricional requerido para mantener la energía que nos permita vivir con bienestar. Peor aún es la situación de aquellos que no toman los alimentos con la frecuencia pertinente, por una errada determinación personal o por circunstancias ajenas a la voluntad individual, derivadas de la inseguridad alimentaria.

En cualquiera de esos casos las personas se encuentran mal nutridas lo cual las expone a diversas enfermedades crónicas y agudas, y a debilitar su sistema inmunológico. La malnutrición abarca la desnutrición, el sobrepeso y la obesidad. Es decir, el término malnutrición no hace referencia exclusiva al déficit de alimentos; sino también al exceso, y abarca los elementos asociados a la ingesta deficiente de nutrientes, pero también a la ingesta excesiva de los mismos como consecuencia del consumo desmedido de alimentos industrializados.

Colombia pasó de 3,6 millones a 2,4 millones de personas en situación de subalimentación entre los trienios 2013-2015 y 2016-2018[2].  La prevalencia bajó de 9,4 en el año 2000 a 4,8 por ciento en el 2018. La Inseguridad Alimentaria en 2015, con 54.2%, bajó 3.5 puntos porcentuales con respecto al año 2010[3]. El impacto de la seguridad alimentaria es bidireccional, dado que comienza y finaliza en el área de la salud, pero deben tenerse en cuenta como factores intrínsecos, la justicia social, el desarrollo sostenible y los derechos económicos.

Así, durante los últimos años la inseguridad alimentaria en el país no ha radicado tanto en la escasez de alimentos, sino en la imposibilidad que tienen numerosos grupos poblacionales de acceder a ellos. Parte de la explicación se debe al bajo nivel de ingresos de la población vulnerable, (entre ella la población rural, y en particular las mujeres, los pueblos indígenas, las comunidades afrodescendientes, los jóvenes y las víctimas del conflicto armado), lo cual se agudiza por las disfunciones mismas de los sistemas agroalimentarios relacionados con el abastecimiento y la distribución de alimentos, que en muchas ocasiones generan alzas notables e injustificadas de los precios.

El impacto social y económico de la pandemia agravó esa situación, porque llevó a otros grupos poblacionales a la situación de inseguridad alimentaria. La cifra planteada para Colombia por la FAO en su reciente informe Hunger Hotspots[4], de 7,5 millones de compatriotas en riesgo de padecer hambruna puede ser exagerada. Pero la malnutrición que padece el país no se soluciona con una queja diplomática y el retiro del país del mapa mundial en el que nos colocaron al lado de Chad, Laos, Yemen, Haití y otros muy pobres.

Puede que no sean 7,5 millones de personas en riesgo de una hambruna; pero en un país con las capacidades, la riqueza y la potencia agropecuaria de Colombia, cualquier cifra de personas en situación de subalimentación, debería ser un intolerable. Ese 63 por ciento de personas hospitalizadas por Covid 19 caracterizadas con malnutrición nos evidencia la existencia de un problema verdaderamente preocupante en Colombia. El Plan Decenal de Salud Pública deberá fijar una meta clara para erradicar colectivamente esta situación.


[1] WHO Global Clinical Platform for Covid-19. Report on the clinical characterization of COVID-19 Colombia. Diciembre 2021

[2] FAO. Panorama de la Seguridad Alimentaria y Nutricional en América Latina y el Caribe 2017. Santiago de Chile : s.n., 2017. ISBN 978-92-5-309960-3

[3] MINSALUD, Et al. ENSIN 2015. Bogotá : s.n., 2015

[4] FAO. Hunger Hotspots FAO-WFP early warnings on acute food insecurity. February-May 2022