Salud global: una necesidad apremiante

Agosto 20 de 2020

La pandemia por COVID-19 crece día a día. Cerca de veintidós millones de casos reportados a la fecha y más de setecientos cincuenta mil fallecidos en ciento ochenta y ocho países o regiones. Con una amenaza e impacto mundial no se ven precisos los esfuerzos internacionales para que las naciones se unan y detengan la pandemia. Todo indica que cada país está por su cuenta en el manejo de este riesgo.

Las estructuras internacionales que el mundo posee se ven insuficientes ante el avance progresivo de la pandemia que ahora tiene como epicentro a América Latina. Los esfuerzos de la Organización Mundial de la Salud -OMS- y de los organismos multilaterales regionales de cooperación, con 60 años de existencia, no responden de manera efectiva a las amenazas sanitarias de la actualidad. Emiten recomendaciones, proponen compromisos de cooperación; pero las propias naciones nos les permiten llegar más allá.

La salud es principalmente una responsabilidad nacional; sin embargo, la transferencia intensificada de diversos riesgos sanitarios a través de las fronteras significa que los determinantes de la salud y los medios para cumplir con esa responsabilidad exceden cada vez más el control exclusivo de cualquier estado-nación. Esta pandemia lo ha demostrado.

Se requieren nuevas formas de gobernanza y de gobernabilidad para atender adecuadamente estos riesgos. Lo ha señalado Ilona Kickbusch, científica política alemana y una de las personas que más ha promocionado una visión global de la salud, cuya necesidad se hace hoy más evidente por las relaciones interdependientes que demandan nuevos instrumentos políticos y legales con diversos actores involucrados en el marco de una colaboración interdisciplinaria.

Existe el reglamento sanitario internacional que llega hasta la cooperación, pero requiere un reenfoque ante las realidades que se nos presentan. Los riesgos están ahí; infecciones virales y de otro orden; desnutrición y problemas de salud reproductiva; creciente carga mundial por enfermedades no transmisibles y sus factores de riesgo asociados; efectos del cambio climático sobre la salud, así como aquellos derivados de las políticas comerciales.

Quizá el riesgo mayor desde el punto de vista evolutivo y de impacto es el que causa la proliferación anómala de la raza humana en diversos sistemas ecológicos. No hay ninguna especie en la historia del planeta que haya crecido tanto. Trescientas treinta y tres veces desde que surgió la agricultura; catorce veces desde la peste negra. Mil millones de personas cada treinta años desde 1960. Los riesgos sanitarios se incrementarán por las migraciones, los desplazamientos, el urbanismo desordenado y la intromisión del hombre en sistemas ambientales, que estimulan la aparición de enfermedades reemergentes.

Se precisan esfuerzos más coordinados de orden transnacional para establecer regulaciones concertadas que permitan jurisdicciones en ciertos asuntos sanitarios que definan responsabilidades de las naciones y las regiones. El multilateralismo no debería retroceder, aunque por momentos parezca que los nacionalismos se pueden exacerbar. Es necesario resolver las tensiones entre la soberanía nacional y el imperativo de una acción colectiva internacional.

La salud global requiere perfeccionar la gobernanza de los sistemas de salud a nivel nacional pero también regional y mundial. Se necesita la interrelación de esos espacios en forma más coordinada con competencias y responsabilidades mejor definidas ante las realidades que existen. La OMS y sus filiales regionales necesitan evolucionar para convertirse en organismos más efectivos que tengan mejor respuesta ante las realidades del mundo actual y el que vendrá.

¿Colombia en qué anda sobre estas discusiones? Nuestras autoridades sanitarias se encuentran comprometidas en el manejo de la epidemia y las funciones de la oficina internacional del Ministerio de Salud están signadas simplemente por la coordinación sobre los asuntos y las estrategias de cooperación internacional con las entidades adscritas y vinculadas del sector; pero en nuestro país no existe una política internacional sobre la salud y la seguridad sanitaria.

Es más, no se les entrega mucha atención a los organismos multilaterales como la OMS, la OIT, la FAO y la Unesco, que son entidades en las que se tratan asuntos de mucha trascendencia para el desarrollo en materia de salud, trabajo, nutrición, seguridad alimentaria, educación, ciencia, tecnología, comunicaciones y cultura. Poco participamos; la política internacional colombiana se encuentra priorizada en las relaciones bilaterales y comerciales con los gobiernos y no en las discusiones para fortalecer las políticas sociales entre los Estados.

¿El Ministerio de Relaciones Exteriores qué pensará sobre estas materias de la salud global? ¿Habrá alguna dependencia que mire estos asuntos en coordinación con el Ministerio del ramo? ¿Qué propuestas tenemos a nivel regional, hemisférico y mundial?

Augusto Galán Sarmiento MD.MPA

Director del Centro de Pensamiento Así vamos en salud